Los franciscanos de Santiago en tiempos de pandemia: la gripe española y el covid-19

Los franciscanos de Santiago en tiempos de pandemia: la gripe española y el covid-19
 
La pandemia de la gripe española mató, entre los años 1918 y 1920, a más de 40 millones de personas en todo el mundo, dentro del marco de la I Guerra Mundial en la que España, por ser país neutral, fue quien informó sin censuras acerca de la situación pandémica en los medios de comunicación, motivo por el cual se le denominó gripe “española”, habiéndose detectado los primeros casos en la base militar de Fort Riley en Estados Unidos, el 4 de marzo de 1918. España, a pesar de no ser el epicentro del problema, fue el país más castigado con más de 8 millones de personas infectadas y 300.000 fallecidos. El brote de influenza virus A afectó a jóvenes y adultos sin patologías previas entre 20 y 40 años.

Un siglo después, el covid-19 cuyos primeros casos se detectaron en la ciudad de Wuham en diciembre de 2019, con epicentro en el mercado de Huanan, ha contagiado a más de 99.864.391 personas, 2.149.700 fallecidos a nivel mundial. En España, en plena tercera ola, contamos con 2.629.817 casos de contagios confirmados y 56.799 fallecidos.

Queremos recordar el papel que tuvieron los franciscanos del Convento de San Francisco en Santiago de Compostela durante las pandemias.

En 1918 los sacerdotes franciscanos fueron solicitados por el arzobispado[1] para que pudiesen atender a los enfermos del Hospital de San Roque, dado que el clero diocesano, entre verse afectado por la epidemia gripal, y el incremento de casos, no eran capaces de atender a todos los enfermos y moribundos, así como dar sepultura a los fallecidos. Tal fue así, que el alcalde envía una carta con fecha de 15 de enero de 1919 agradeciendo los servicios prestados en la que dice: “...la ciudad de Santiago no ha de olvidar la eficaz y generosa labor de V. en momentos tan angustiosos, cuando la enfermedad reinante invadía los hogares y sembraba el pánico en derredor de los que sufrían pérdidas de familia…”[2].

Las pérdidas fueron numerosas, y los momentos exhaustos y duros. Todo ello quedó en el recuero y memoria colocándose una placa en el claustro del edificio Fonseca, escuela de Medicina por aquel entonces, dedicada a los sacrificios de la clase médica; además de quedar recogido en el libro de actas del ayuntamiento[3], en la sesión celebrada el 18 de diciembre de 1918, el cuadro de honor en el que se consignan los nombres de quienes ofrecieron sus servicios para combatir la epidemia, como es el caso de los hermanos franciscanos de Santiago.

Esto sucedía en 1918 y 1919. Hoy, con el covid-19, los franciscanos también ofrecen sus servicios de acogida a los más desfavorecidos que perdieron su trabajo, a gente sin hogar, recogiéndolos en el albergue del Centro Social y Cultural Juan XXIII, abierto hace más de 40 años, intentando ampliar sus escasas 25 plazas (que en los días de frío se convierten en 40) sin conseguirlo, dadas las normativas administrativas. El albergue no sólo da cobijo, alimento y consuelo a un millar de personas cada año, sino que también ofrece servicios de ropero, banco de alimentos, asistencia social, asesoramiento legal, formación y orientación laboral. Durante el confinamiento tuvieron que seguir protocolos de seguridad para mantener las distancias y evitar la cadena de contagios, por lo que las plazas se redujeron. En esta pandemia, fueron los franciscanos quienes acudieron a pedir ayuda, pues no podían atender a todos los que se acercaban por falta de espacio, pero cuentan con voluntarios y, como no, también con Cáritas.