Se construye el convento en el siglo XIII, gracias al testamento de Arias Fernández, al de Pedro Peláez de Vilar de Santa María de Acibeiro y doña Elvira Pérez, boticaria de Santiago.
Cuenta con una fabulosa capilla, la de
la Magdalena. En 1808 era lector en aquella casa Fr. Pedro García Pérez, a la que concurrían numerosos estudiantes seculares a escuchar sus exposiciones. Con la exclaustración el convento lo tomó el gobierno para instalar oficinas estatales. Sin embargo, la comunidad allí instalada siguió sus actividades en otra instalación.